Las emociones son experiencias muy complejas y para expresarlas utilizamos una gran variedad de términos, además de gestos y actitudes. De hecho, podemos utilizar todas las palabras del diccionario para expresar emociones distintas y, por tanto, es imposible hacer una descripción y clasificación de todas las emociones que podemos experimentar. Sin embargo, el vocabulario usual para describir las emociones es mucho más reducido y ello permite que las personas de un mismo entorno cultural puedan compartirlas.
En la adolescencia la parte emotiva es muy importante pues puede llegar a afectarnos ya sea para bien o para mal. El período de la adolescencia se caracteriza por un aumento de la emotividad. el cual puede ser bueno o malo. Por ejemplo, el adolescente que sufre la experiencia de un romance pero no llega a tener una buena experiencia se haya nervioso y en tensión, pero claro no solo en las situaciones relacionadas con el romance sino tambien en las relaciones familiares, sociales y escolares. Algunos factores que provocan el aumento de la emotividad con frecuencia son Adaptación a nuevos ambientes, expectativas sociales de un comportamiento más maduro, aspiraciones carentes de realismo, ajustes sociales relacionados al sexo opuesto, problemas escolares, problemas vocacionales, obstáculos para hacer lo que se quiere, relaciones familiares desfavorables. El comerse las uñas es una de las formas de conducta más comunes vinculadas a la tensión emocional. Un estudio de los hábitos nerviosos en los jóvenes nos sirve para ilustrar la mayor emotividad registrada en el período final de la adolescencia, clasificados en cuatro categorías:
1. Orales.- Chuparse el pulgar, comerse las uñas, morderse los labios.
2. Nasales.- Meterse los dedos, rascarse o arrugar la nariz.
3. Hirsuta les.- Tirarse o retorcerse el cabello, rascarse la cabeza.
4. Faciales.- Tocarse la cara, manosearse la cara o apoyar la cabeza sobre la mano.
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